
La calma ha llegado varios meses después de la tormenta. La Policía Nacional ha detenido a 21 miembros de grupos ultras por su participación en los graves incidentes violentos que se produjeron en Sevilla en abril, durante la previa de la final de la Copa del Rey que enfrentó al Real Madrid y al FC Barcelona. La operación, que responde a una "tolerancia cero" ante la violencia en el deporte, ha finalizado con la puesta a disposición judicial de los arrestados.
La información, corroborada por fuentes oficiales como el Ministerio del Interior, confirma que los hechos ocurrieron en el marco del despliegue de seguridad de la final. Los detenidos, miembros de los grupos radicales Boixos Nois y United Family, se enfrentaron con extrema violencia a los agentes y protagonizaron altercados en las calles de la capital andaluza. La investigación, dirigida por el Juzgado de Instrucción número 16 de Sevilla, continúa abierta y no se descartan más detenciones.
La operación, denominada "Cañebolo", se ha saldado con detenciones en varias provincias de España, lo que demuestra la colaboración entre distintas unidades especializadas. En concreto, se han producido 14 arrestos en Barcelona, uno en Tarragona y otro en Girona, todos ellos miembros de Boixos Nois. En Sevilla, la Policía ha detenido a cuatro miembros del grupo ultra United Family. A estas detenciones se suma un arresto que ya se había realizado el mismo día de los hechos.
A los detenidos se les imputan delitos de desórdenes públicos, daños y pertenencia a grupo criminal. Además, a uno de ellos se le imputan los delitos de atentado contra agente de la autoridad y lesiones, debido a los enfrentamientos violentos que dejaron a varios policías heridos durante los altercados. El Juzgado de Instrucción número 16 de Sevilla ha decretado medidas cautelares para algunos de los implicados, como la prohibición y el alejamiento de los estadios de fútbol durante la celebración de competiciones deportivas.
Estos arrestos son la culminación de un proceso de investigación y seguimiento iniciado tras los incidentes. La actuación policial busca enviar un mensaje claro sobre el compromiso de las autoridades para erradicar la violencia en el fútbol español.
La final de la Copa del Rey, que se celebró el pasado mes de abril en el Estadio de La Cartuja, estuvo marcada por un clima de alta tensión entre las aficiones de ambos equipos. A pesar del gran despliegue de seguridad, que contó con más de 2.000 efectivos, los grupos ultras protagonizaron enfrentamientos en varias zonas del centro de Sevilla. Según diversos medios, la jornada se saldó con un herido leve y un detenido el mismo día de los hechos, que ahora se suman a los 21 arrestos de la operación policial.
Los incidentes no fueron aislados. Desde horas antes del partido, se registraron cánticos insultantes, lanzamiento de objetos y altercados en puntos clave de la ciudad. Aunque la policía logró dispersar a los grupos más violentos, el rastro de la tensión ha perdurado, llevando meses después a esta macrooperación que demuestra que las fuerzas del orden siguen comprometidas con el objetivo de alejar la violencia de los estadios de fútbol.
La investigación sigue en curso, y la Policía no ha descartado más detenciones en el futuro. Este golpe policial subraya la "tolerancia cero" que las autoridades mantienen frente a los movimientos extremistas y radicales en el deporte.