El nuevo cauce del Tamarguillo acogió este fin de semana una caminata inédita. Más de treinta colectivos agrupados en la Red EcoMetrópolis recorrieron el arroyo desde su cabecera, junto a las lagunas de El Sapo, hasta su desembocadura en el Guadalquivir, en la Isla de Tercia. La marcha congregó a biólogos, geógrafos, arquitectos y activistas que denunciaron la escasa permeabilidad de la SE-20 para acceder a pie o en bicicleta desde la capital hacia estas zonas naturales del norte metropolitano.
La iniciativa abre un ciclo de marchas que pretende visibilizar sobre el terreno los espacios que conformarán el Anillo Verde y Azul proyectado en torno a Sevilla. Los participantes denunciaron cómo el crecimiento urbano ha dado la espalda a actividades esenciales relacionadas con la salud ambiental y la producción de alimentos de proximidad.
La plataforma advierte de varios frentes abiertos contra el entorno del Tamarguillo. El más inmediato, a su juicio, es el desarrollo urbanístico previsto en los suelos de Santa Bárbara, donde se proyectan 25.000 viviendas sobre un humedal de notable valor ambiental que actualmente acoge cultivos de regadío. El complejo de lagunas de El Sapo quedaría directamente amenazado por esta actuación, según denuncian.
Jesús Díaz, portavoz de la red ecologista, subraya la paradoja. "Llama la atención que, a pesar de ser un territorio eminentemente agrícola que nutre de productos hortícolas al área metropolitana y el entorno rural desde época romana, exista una cantidad tan grande de proyectos urbanísticos que pretenden acabar con los suelos más fértiles y las últimas huertas de la ciudad, desde Higuerón Norte a San Nicolás Oeste", señala.
La Isla de Tercia, donde finalizó la marcha, también afronta incertidumbres. El trazado del AVE Sevilla-Huelva podría afectar a este enclave, donde actualmente diversos colectivos desarrollan proyectos de reforestación y agricultura ecológica. Díaz critica que "por una parte se saca del cajón planes urbanísticos de hace más de 20 años en Santa Bárbara, y, por otra, presentan las autorizaciones ambientales, que la ley exige, como escollos para esos futuros desarrollos".
Paralelamente a estas reivindicaciones ciudadanas, el Consistorio hispalense acaba de licitar el plan estratégico del Anillo Verde y Azul junto con el corredor urbano del Guadalquivir. El contrato, dotado con cerca de 150.000 euros, prevé un plazo de ejecución de once meses, según el pliego de condiciones.
El adjudicatario deberá prestar asistencia técnica a la Gerencia de Urbanismo y Medio Ambiente (GUMA) para revisar el documento base del anillo verde y fijar criterios comunes para la identificación, conservación y restauración de la infraestructura verde y azul en todo el municipio. El trabajo incluye también acciones de comunicación, educación y participación ciudadana.
Una vez definido el trazado y la zonificación definitivos, el equipo redactor elaborará la documentación necesaria para la tramitación ambiental del Avance del Proyecto de Trazado, un paso obligatorio en la legislación vigente.
El documento base del Anillo Verde, elaborado en 2020, esbozaba ya la creación de un corredor ecológico de 42 kilómetros que uniría diversos espacios verdes y parques existentes, facilitando además la conexión con el medio natural y otros municipios del área metropolitana.
Geográficamente, el trazado se divide en cuatro tramos. El primero conecta el estadio de la Cartuja con la exclusa de Tablada. El segundo abarca desde la exclusa hasta el Parque Guadaíra. El tercero enlaza este parque con el del Tamarguillo. Y el cuarto cierra el círculo desde el Tamarguillo hasta la Isla de Tercia, precisamente el recorrido que completaron los marchantes este fin de semana.
La red que organizó la marcha agrupa a más de treinta entidades del área metropolitana. Entre ellas figuran SAVE! (Salvemos el Anillo Verde del Este), Ecologistas en Acción, Espacio Verde Cortijo del Cuarto, Red de Sevilla por el Clima y la Mesa Ciudadana por Tablada.
También participan las asociaciones vecinales La Revuelta, del Casco Antiguo, y la Coordinadora Ciudadana de Parque Alcosa. Todas ellas comparten la preocupación por preservar los suelos agrícolas y naturales frente a la presión urbanística, especialmente en un contexto de emergencia climática que hace más urgente la conservación de estos pulmones verdes metropolitanos.
Uno de los obstáculos señalados durante la jornada fue precisamente la Ronda Supernorte, cuyo trazado dificulta notablemente el acceso peatonal y ciclista desde la capital hacia la zona norte. Los participantes recorrieron un itinerario paralelo a esta vía, constatando sobre el terreno las carencias de conectividad que limitan el uso ciudadano de estos espacios naturales.
La marcha pretendía demostrar que, más allá de los planos y las declaraciones institucionales, el verdadero reto del Anillo Verde pasa por garantizar una permeabilidad real que permita a los sevillanos acceder sin vehículo motorizado a estos entornos. Solo así, argumentan los organizadores, se podrá hablar de una auténtica infraestructura verde al servicio del área metropolitana.